La cueva en la montaña

Al sureste de Hampden, cerca de la tortuosa garganta que excava el río Salmón, se extiende una cadena de colinas escarpadas y rocosas que han desafiado cualquier intento de colonización. Los cañones son demasiado profundos, los precipicios demasiado escarpados como para que nadie, excepto el ganado, visite el lugar.

La última vez que me acerqué a Hampden la región -conocida como el infierno- formaba parte de la Reserva del Bosque de la Montaña Azul. Ninguna carretera comunica este lugar inaccesible con el mundo exterior, y los montañeses dicen que es un trozo del jardín de Su Majestad Satán transplantado a la Tierra. Una leyenda local asegura que la zona está hechizada, aunque nadie sabe exactamente el porqué. Los lugareños no se atreven a aventurarse en sus misteriosas profundidades, y dan crédito a las historias que cuentan los indios, antiguos moradores de la región desde hace incontables generaciones, acerca de unos demonios gigantes venidos del infierno que habitaban en estos parajes.

La mañana me sorprendi caminando por aquellas siniestras y tenebrosas colinas que a aquellas horas, las siete de la mañana, parecían bastante ordinarias. Me alejé siete millas hacia el sur de Hampden y entonces ocurrió algo inesperado. Estaba escalando por una pendiente herbosa que se abría sobre un cañón particularmente profundo, cuando llegué a una zona que se hallaba totalmente desprovista de la hierba y vegetación propia de la zona. Se extendía hacia el sur, y pensé que se había producido algún incendio, pero, después de un examen más minucioso, no encontré ningún resto del posible fuego. Los acantilados y precipicios cercanos parecían horriblemente chamuscados, como si alguna gigantesca antorcha los hubiese barrido, haciendo desaparecer toda su vegetación. Y aun así seguía sin encontrar ninguna evidencia de que se hubiese producido un incendio... Caminaba sobre un suelo rocoso y sólido sobre el que nada florecía.

Y ahi estaba una cueva en la mitad de ese lugar y decidi entrar.

Aquel engendro me conocia o al menos mi nombre, como o por que era un misterio, dude por un minuto intentando reconocer ese rostro, a mi mente llegaron imagenes de antiguas catedrales vampiricas con su rostro, ellos la veneraban como una diosa, para mi solo era un mito, hasta ahora. Su nombre lilith, la primera mujer desterrada del paraiso segun mis creencias sobre historia antigua y por sobre todo la madre de los vampiros y experta en hechiceria. Todo lo que sabia de ella era todo y nada a la vez por ser historias que se cuentan alrededor de la fogata, pero confiarme no era una opcion en aquel lugar.

Por otro lado mis sentidos se fijaron en el alrededor de la cueva, aquella cueva o mejor dicho aquella trampa en la que habia caido como un conejo. Cientos, tal vez miles de demonios se encontraban ahi como si estuvieran dispuestos a invadir el mundo, todos mirandome fijamente como un leon miraria a su presa, algunos sacando la lengua y mojandose los labios como si saboreasen un majar. Otros golpeaban sus armas contra el piso o contra sus escudos, el lugar parecia una sala de entrenamiento infernal y si no salia pronto yo seria el tiro al blanco aunque les costaria caro.

La cueva por dentro era lugubre, con poca luz proyectada por antorchas que se encontraban en los pasillos, huesos y restos de cosas que vagamente podria describir, ahora en ese lugar rodeado y con la unica salida visible cerrada me disponia a responder las palabras del engendro.

Si bien era cierto que los demonios estaban dispuestos a pelear el engendro con forma de chica que se encontraba enfrente de mi les inspiraba miedo o respeto cualquiera de las dos cosas significaban que el demonio que debia preocuparme estaba enfrente de mi.

Lilith- Una voz fria respondio a las palabras del demonio, sin intimidarme o mostrar señas de preocupacion en la cara mi pensamiento seguia buscando solucion a la situacion.

+Bell+

Un instante estaba en mi nueva casa y al siguiente estaba en una cueva, demonios por todos lados un lugar bastante desagradable por la compañia y por el lugar tan sombrio, aun asi no estaba asustada era una sensacion rara, como si a pesar de no conocer a nadie aparentemente pudiera deducir que al menos los demonios en las cercanias no podrian dañarme, pero no solo eso, dos presencias una calida y conocida pero la otra diferente, eran sensaciones nuevas por lo general las maquinas se encargaban de detectar a seres raros pero esta vez solo traia su teletrasportador y lo demas era ropa comun y corriente.

A pesar de estar con ganas de irse no se habia decidido a partir a cualquier lugar fuera de ahi
por alguna razon estaba ahi, decidi ir a ver que pasaba por una gran multitud de demonios estaban
cerca de las presencias y vi a mi amigo Lucian.

Sin pensar me fui corriendo a abrazarlo y a platicar con el. -Lucian COMO HAS ESTADO!!!!!

La pequeña Bell estaba en este sitio, como era posible que ella estuviera aqui, aunque si no mal no recordaba era un demonio tambien, me preguntaba que tan fuerte era, la otra infernal no parecio reaccionar, para ser la madre de los vampiros no habia reaccionado ni lejos de lo que esperaba, al no dar ni siquiera un paso o decir mas que mi nombre, decidi ignorarla y cargar a bell colocandola en mi hombro, era increible lo pequeña que era.

Empece a caminar entre la multitud de demonios que apenas y se atrevian a cerrarme el paso despues de que parti a uno a la mitad con mi espada con gran facilidad. Ahora como si fuera mi casa y sin prestar mas atencion a lo demas me dirigi con la niña en hombros a una formacion de piedras cercana.


Bell como has estado, ha sido mucho tiempo desde la ultima vez. Mirando a la niña con ternura

+Bell+

Despues de ser cargada por Lucian hasta unas piedras me senti por primera vez feliz de estar en ese lugar, casi habia soñado con algo asi, bueno en un restaurante, luz de velas y musica de fondo pero no me podia quejar y amigos no lo hare. Los demas estaban ahi pero no me importaban ni ellos ni nadie mas que el angel enfrente de mi.

-Bien- Al menos ya no daba pena hablarle, aun asi no podia evitar sonrojarme un poco - Oye que haces aqui, no es un lugar muy lindo- pregunte con inocencia, la demonio que lo habia encerrado ahi seguia sin moverse o decir algo, deje de pensar en eso casi de inmediato.

La infernal se decidio a decir algo, la mire a los ojos mientras esperaba mas de ella, sus trucos de intimidacion podrian funcionar con los demas demonios presentes pero no conmigo, ademas estaba Bell y no queria que saliese lastimada por mi curiosidad al venir a este lugar. Esta vez no habra pelea, me repetia en la cabeza si ella creia que no podria echar abajo una pared de roca con fuerza bruta estaba equivocada.

Pense en seguir con mi conversacion con Bell para ver que hacia, por lo que me gire como si existiera, pero alerta en caso de que se enojara como seguramente seria. -Bell yo he estado bien, vagando como siempre pero tu mirate, has crecido mucho ya eres toda una jovencita, no tardaran en lloverte pretendientes-

Entonces sabras ahora que mis colmillos anulan todos los usos que puedan darle aquellas criaturas que usen la sangre para su beneficio (temporalmente, pero mi sangre no serviria para nada a sus propositos), pense sin inmutarme, la ventaja fisica estaba presente ni un solo engendro chupa sangre podria ganarle en fuerza fisica a uno de mi raza. La tome de los cabellos separandola de mi cuello. -Me toca a mi- cambiando el aspecto al de un Crinos y mordiendo en su cuello.

La deje caer al suelo regresando con Bell Diciendole que era hora de irse y como era de esperarse los demas demonios ni se acercaron, mientras empezaba a buscar una salida de ese lugar.

-Bell sabes como salir de aqui???-

+Bell+

-Tecnicamente estamos en el infierno y esa entrada conecta al mundo de los humanos pero no es la unica salida y mi templo o el de mi padre deberian estar cerca de aqui- Murmure por un segundo todo eso, tan rapido que tal vez no fue entendible para Lucian.

Pense en ir al mio pero seria predecible, ademas deberia haber muchos templos vacios y de hecho tenia ya uno en mente. El infierno en si era un monotono paisaje por lo que no sabia si iba al lugar indicado.