::: ¤ † Lago de Cristal † Lullaby ¤ :::

Era un hermoso atardecer, teñido de una gama de colores, pasando desde el naranja hasta el rosa combinados. La nieve descendía con majestuosa lentitud, acumulándose sobre el suelo, formando cúmulos de diferentes tamaños. Cubriendo con un manto blanco las calles y edificios de la ciudad. Bajo la protección de su techo, un Ángel descansaba de forma placida, en uno de los sillones de su hogar. Sumido en aquella soledad que solo podía disfrutar los fríos ocasos, su mente se divaga en banalidades… o al menos eso era lo que deseaba, pues algo en su interior le inquietaba.

Una extraña sensación le invadía el cuerpo, una noción que le nacía desde la boca del estomago, llegando hasta el pecho oprimiéndoselo. Leves escalofríos le recorrían el cuerpo de vez en vez, pero atribuyo aquello a la gélida brisa que hacia contacto con alguna parte de su piel, sin tomarle mayor importancia.
Aquella sensación no le dejaba, preocupándole, como un presentimiento. Se acomodo en aquel sillón por reflejo de la inquietud que ahora sentía, trato de relajarse, despejar su mente. Recostó la parte superior de su cuerpo en una de las extremidades del sillón, acomodando su cabeza en sus brazos, cerrando los ojos.

Tenía la intención de dormir, que su inconsciente cediera control al inconsciente, haciendo que aquella sensación inquietante cesara y solo las funciones vitales estuvieran presentes en su cuerpo. Un supo cuanto tiempo permaneció así, dormitando, bastante relajado…hasta que una serie de imágenes le hicieron abrir los ojos de golpe.

No supo si grito o no al incorporarse, pero su respiración estaba agitada y su cuerpo temblaba levemente, incluso sintió sus ojos llorosos. Subió una de sus manos a su sien recordando las vividas imágenes. Una despedida, un herida…sangre, lagrimas y desesperación, toda una mezcla de desgarradoras visiones se arremolinaron en su mente.
Su cuerpo aun temblaba y sin embargo se sentía tenso, petrificado, negándose a creer lo que había visto. Imágenes liberadas la azar por su inconsciente, pues no creía posible que eso fuera verdad, se negaba en creerlo… no quería creerlo. Pero lo sabía, lo sabía bastante bien, tanto que por eso se empeñaba en aceptarlo. La imágenes eran demasiado reales, aquella sensación inquietante y aquel escalofrió eran la prueba. -No, él no…- Susurro queriendo negarlo una vez más, en la oscuridad de su hogar, la oposición era la manera en que su mente le protegía. Se levanto rápidamente de aquel cómodo y cálido mueble, dirigiéndose hacia la puerta de la casa abriéndola con brusquedad. Salió con paso firme y rápido, sin importarle si se quedaba abierta o no, ni siquiera si lo que llevaba puesto le cubría lo suficiente contra el frio.

Solo quería búscale, comprobar que estaba bien, que aquello solo era un engaño cruel de su mente. Deseaba verle con aquella sonrisa encantadora propia solo de él, aquel porte de caballero, tenía que asegurarse que estaba bien… tenía que estarlo.

La gélida brisa del exterior golpeaba su cuerpo, robándose el calor de su cuerpo, se abrazaba a sí mismo para evitarlo. Sin embargo los copos de nieve le enfriaban la piel que había dejado expuesta al depositarse suavemente en ella. Mientras más se acercaba al lugar de sus visiones, aumentaba aquella opresión en su pecho, casi hasta el punto de no dejarle respirar.

Sin embargo no se dejo vencer, su voluntad era mayor y Pronto pudo percatarse de la presencia de aquel ser infernal, de aquel ser del que estaba secretamente enamorado. Aunque débil aun podía sentir su aura, una que jamás olvidaría, notando otra existencia junto a ella, la de un ser humano…del que escucho una plegaria. Guiado por ese suave cántico llego al lago, aquel hermoso lago en el que una vez fue invitado a un baile.
Sin pensarlo más se adentro a aquel lugar buscando con desesperación alguna señal de aquel hombre, la nieve ya se había acumulado demasiado en ese lugar, cosa que le dificulto su avance. Mas nunca desistió en su paso, pues algo en su interior le decía que estaba ya cerca de su destino…

Es entonces que su mirada recorre detenidamente cada rincón de ese , aparentemente desierto, lugar. Cuando sus ojos por fin notan dos figuras, una de ellas yacía inerte en el suelo helado, cubierto de aquel liquido carmesí… tal y como sus visiones se lo habían presentado. -No…- niega en un susurro – Damant – sus labios necesitan pronunciarle pero se negaba a creer lo que sus ojos veían. No podía ser verdad, que aquel poderoso ser, estuviera de aquella manera. Se acerco lentamente para observarlo mejor, vio al joven del que había escuchado aquel rezo y dedicándole una sonrisa agradecido, se coloco a un lado del demonio dejándose caer de rodillas. Luchando en su interior para evitar que las lágrimas salieran, tratando de alejar de él aquella tristeza y desesperación, que ahora invadía todo su ser.

Alzo inseguro su mano, rozando levemente, aquella mortal herida en el pecho del príncipe.
- Aun no es tarde… Príncipe Damant… usted…- trago saliva. –Usted no puede morir, eso no puede pasar…- murmuro por lo bajo sí. Sus ojos recorrían temblorosos todo su cuerpo, buscando alguna solución, la que fuera.

De pronto su irguió su cuerpo por completo, sus ojos miraron un punto distante sin prestar realmente atención a lo que había y su semblante se torno serio, aun podía haber Esperanza.
Podía ser que aquella ideara fuera una locura pero era la única solución, no podía dejarle morir, no si podía evitarlo. Con el dorso de una de sus manos, acaricio la pálida mejilla ajena, mientras le observaba de manera cálida. El tacto era frio, su temperatura disminuía peligrosamente, no le quedaba mucho tiempo.

Todos los ángeles contaban con el don de curación, pero solo podían utilizarlo en determinas situación, aunque tampoco se les prohibía usarlos a libre albedrio… pero de ahí a salvar a un demonio. Sin embargo su idea no desistió, más que un demonio, era la persona que amaba. Y muchas veces el corazón domina sobre la cordura. -“Perdóname padre… pero por favor entiéndeme” - pidió en una plegaria, juntando sus manos, con los ojos cerrados. Acto seguido coloco ambas manos sobre aquella herida, se concentro para juntar su poder y canalizarlo en sus manos, empezando a concentrarlo para cerrar aquella profunda lesión. Lentamente pudo observar como disminuía, sin embargo también noto como su cuerpo se sentía más ligero, débil.

Aquel acto consumía su propia energía, no debía exceder o el mismo también moriría, básicamente era por eso que se debía moderar el uso de aquel poder. Sin embargo, aunque sentía como la fuerza se le iba, la herida aun no cerraba por completo, solo un poco más. Su visión se tormo un poco nublosa, pero pudo ver como por fin estaba completamente curado, no había rastro alguno. Al borde de la inconsciencia, sonrió internamente, no tenía fuerzas para hacerlo físicamente. No le intereso su estado, con un descanso se recuperaría, lo que realmente le importaba era ver que había podido conseguir sanarle…