Purificación -priv-

Una noche blanca, una dama que camina entre la nieve hasta llegar a un lago helado.
El viento frío mecía suavemente los pliegues de mi kimono blanco, mientras miraba el reflejo de las estrellas en la superficie cristalina y perfecta del agua. El agua de un lago que ni siquiera la primavera puede templar, el lugar donde Shirahime, la princesa blanca se purifica.
Esta es la ultima...
Me sumergí lentamente en el agua, sintiendo el frío colándose en mis huesos, invadiéndome poco a poco. y mientras me hacia uno con el hielo, el agua y la nieve, deje ir a las almas que tenia en mi interior y que estaban listas para seguir mas allá, que se levantaron como una voluta de vapor de color de plata.
Abrí los ojos, pero todo estaba negro a mi alrededor, y la tenue luz de la luna que atravesaba la superficie del agua apenas me iluminaba.
Ya es hora...
Me deje ir, el agua misma me llevo a la superficie, donde tome una bocanada de aire helado que me atenazó los pulmones, y arrastrando el peso de la ropa mojada, sali del lago y me senté un instante en la orilla del lago.

Una figura alta se recortaba en la noche, y se acercaba hacia mi.
Resople fastidiada. Estaba debil por la purificacion, no podria defenderme y como era un angel no sabia que esperar. Nunca se sabia.
Me debatia entre mi deseo de irme lejos, de volar entre la nieve y evitar la situacion, pero mi orugllo pudo mas y me dije que no tenia por que hacerlo. Yo estaba primero y tampoco estaba haciendo nada malo. Al contrario...
Asi que me quede sentada, esperando hasta que llego a mi. Me lleve una agradable sorpresa al oir su saludo, y cortesmente se lo devolvi, como si nada.
-Buenas noches... -murmure apenas mientras el viento llevaba mi voz hasta sus oidos.

-Soy Miyuki –me presenté, todavía extrañándome por su amabilidad al tratar conmigo. Mis últimos recuerdos de un encuentro con un ángel eran no muy agradables que digamos, pero también había conocido a otros igual a el, amables aun con demonios. Sin embargo, seguía intranquila mientras sus ojos escrutaban mi rostro. Decidí ser sincera, aprovechando que Edward parecía invitar a la conversación.
-Es extraño... yo veía venir un golpe cuando menos, pero en lugar de eso me encuentro con un saludo cortés... ¿Acaso no te molesta que sea un demonio? ¿Lo aceptas así como asi?

Su mirada se desvio finalmente de mi rostro, para concentrarse en un punto lejano, sobre el agua. Sin embargo yo continue mirándolo, todavía algo cautelosa, pero ya sin recelo. Sus ojos dorados parecian brillar en la oscuridad de la noche.
-No, no me molesta en absoluto... era sólo curiosidad. A decir verdad a mi tampoco me gusta pelear sin motivo–repuse tranquilamente, mientras sentia como un nuevo interrogante surgia en mi, y espontáneamente decidi no quedarme con la duda.
-Este lugar... no parece que estés esperando a alguien, o siquiera que tengas algo que hacer, sin embargo aquí estas, de noche y solo... Si no es mucha molestia, ¿saciarías mi curiosidad? – dije intentando no sonar entrometida.

-No, no espero a nadie. Vine para nadar un rato –dije en broma, levantando una de las mangas de mi kimono empapado.
Sonreí y le contesté en serio esta vez, aunque sin dar demasiados detalles. Solo contestaba a su pregunta sin mentirle, puesto que no le revelaba a nadie todo el asunto de la ingesta de almas, sin tener mucha confianza de por medio.
-En realidad vine para hacer un ritual de purificación en las aguas de este lago.

En realidad, tener frío, no lo tenia. Podía sentirlo, podía molestarme, pero jamás podría hacerme nada en absoluto. Después de todo, me faltaba poco para ser un cubito de hielo andante. Pero su gesto era demasiado galante, y no pude decir nada. Eso hubiera sido descortés, pues arruinaba el gesto amable que todo caballero que se precie de tal debe mostrar ante una dama. Se notaba de lejos que Edward debía de ser antiguo, de otra manera no tendría esas costumbres pasadas de moda de las que carecen los mas jóvenes.
-Gracias –murmuré mientras me arrebujaba en su chamarra, llena de un aroma sutil y penetrante.

Note que Edward estaba algo tenso, silencioso... tal vez siempre era asi, pero estar con alguien tan poco hablador como yo era incomodo para mi, asi que decidi sacar algun tema de conversacion para romper el hielo.
-No eres muy... joven que digamos no es asi? Tienes una forma de hablar y proceder no muy comun de verse en estos dias, ni siquiera en seres sobrenaturales -comenté mientras señalaba su chamarra, de la que aun me llegaba ese aroma indefinido pero dulce y embriagador.

Sonrei, viendo la nostalgia de epocas pasadas en sus ojos.
-Tenemos mas o menos la misma edad entonces... aunque yo no recuerdo exactamente cuantos años tengo, pero son alrededor de 1500 tambien... y la verdad yo tambien extraño el mundo antiguo... las cosas eran muy distintas. El mundo cambia todo el tiempo, y nosotros simplemente estamos dentro de el sin cambiar, imperturbables siempre. Cuando estamos sujetos a la eternidad y el tiempo no tiene significado, es dificil acostumbrarse a la idea de que todo cambia.

De repente, me sentí un poco hipócrita por lo que había dicho... Claro, era fácil decir que el tiempo pasado fue mejor cuando uno no lo recuerda con claridad, cuando las memorias son solo fantasmas que se disuelven en la bruma. Y como siempre, me quede un poco ensimismada, pensando en mi imposibilidad de recordar claramente. ¿qué me había sucedido? ¿Por que en mi paso por la tierra había perdido mis recuerdos? Pero no tuve mucho tiempo para cavilar, para lamentarme. La voz suave y aterciopelada de Edward me hizo volver a la realidad. Sonrei afable al escuchar sus palabras amables.
-Yo también lo espero, de todo corazón.

Tuve una sensación extraña mientras Edward me miraba. Era como si dentro de mi cabeza hubiera alguien mas observándome... y aunque mis ojos se entrecerraron en sospecha, no dije nada. -Etto.. si, estoy bien... no te preocupes. Es solo que tuve una sensación extraña...- conteste componiendo una sonrisa.

Vi como enarcaba las cejas, con los ojos llenos de curiosidad y extrañeza ante mis palabras... pero también había algo más, y como sus expresiones eran sutiles y leves, era mas fácil leer su rostro que si hubiera sido menos mesurado. Y siendo un ángel, no seria raro que tuviera alguna cualidad que yo no conociera.
-Mh, pues... –dude unos instantes -era parecido a la sensación de ser observado a pesar de saber que uno está solo... ¿Es extraño verdad? Pero... –hice una pausa leve, llevándome el índice a los labios, y mi voz se convirtió en un murmullo.
-Sospecho que sabes algo al respecto, ¿no es así? –sonreí, haciéndole saber que no estaba enfadada, si no solo picada por la curiosidad.

Con calma, sin inmutarme, lo vi querer mentir inútilmente. En su rostro, en su voz temblorosa, en su postura, todo me decía que se estaba poniendo incomodo, y que sus palabras eran solo una forma de escapar de la situación. Me avergoncé un poco por haber dejado que la curiosidad me ganara, y haber hecho una pregunta que fuera inoportuna. Así desvié mi mirada, evitándole así tener que seguir dándome explicaciones, pero el mismo me revelo un instante después lo que había querido ocultarme. Lo escuche en silencio, mientras miraba las ondas en el agua languidecer hasta morir.
-Entonces... –repuse una vez que terminara-, por lo menos en lo que mi concierne, no me molesta... Si no puedes evitarlo, entonces no puedo enojarme.

Sonreí al escucharlo, y cuando termino, negué con un leve movimiento, sintiendo un levisimo rubor en las mejillas, en contraste con la piel húmeda y gelida de mi rostro.
-Simplemente te dispenso el trato que me gustaría recibir a mi, así que no tiene mucho merito que digamos.
Me quedé un instante pensando en sus palabras, y comencé a hablar, sin saber muy bien que decía en realidad. Simplemente había dejado salir mis pensamientos sin reflexionar sobre ello.
-Supongo que el rechazo hace comprensiva a la gente, por que puede entender mejor como se siente la soledad y la desazón. Es doloroso ver en los ojos de los demás esa expresión cautelosa y llena de miedo, y sin embargo también llena de fascinación, de atracción... Pero el temor a lo desconocido siempre puede mas, y quedamos solos e incomprendidos, alimentando en silencio nuestro rencor y nuestro odio hacia todo.